En nuestra edición anterior, mencionamos cómo durante seis meses, aquel hombre de baja estatura, se dedicó a la exagerada lectura del ocultismo, excesivas veladas en la ópera y meditaciones profundas en el templo de Guido Von List. También se comentó cómo la sociedad Thule, asociación secreta alemana, fue el fermento del hitlerismo” Esta sociedad formó a Hitler, a través de las vías misteriosas de la iniciación. Así le sugirió lo que habría de ser su imagen de marca:
cruel e impecable. El Führer aprendió en ella la fuerza de convicción y los secretos adivinatorios de la astrología. Aprendió el poder de la Cábala, las palabras, los signos y nunca renunció a esta mística cuyo esoterismo permite la conquista del poder..... ESTA ES
LA CONCLUSION....
Nadie dudaba de las dotes de médium de Hitler y hasta se dice que su poder de sugestión sobre los inmensos auditorios que le escuchaban, era tal que las masas delirantes no sólo lo amaban, sino que casi lo glorificaban. Al respecto, el profesor Alan Bullok escribió: “El poder mágico que ejercía sobre las masas ha sido comparado con las prácticas ocultas de los brujos de África o de los Chamanes de Asia. Otros lo han comprobado con la sensibilidad del médium, o del hipnotismo del mago”.
Para el historiador Otto Strasser, “Hitler nunca fue un jefe que impusiera al pueblo sus propias ideas; no fue más que un médium capaz de interpretar los sentimientos confusos de su pueblo... Su guía era su extraordinaria consejera... Eran sorprendentes sus facultades prodigiosas para exteriorizar sus revelaciones, sus voces interiores, sus mensajes”. El 12 de marzo de 1993 anunció que los colores de la bandera -negro, rojo y amarillo- habían cambiado. A partir de entonces, en la bandera nacional alemana, figuraría la cruz gamada, sobre los colores, negro, blanco y rojo. Colores que simbolizan el culto de Manes, que fue un hereje, combatido por San Agustín y condenado por la Iglesia.
Se cuenta que en sus discursos, Hitler se deshidrataba enormemente, claro signo de mediumnidad, por lo que pedía que le prepararan tres botellas de agua con tres vasos. Según algunos biógrafos, durante sus conversaciones privadas, tenía por costumbre echar rápidas ojeadas tras de sí, como si hubiera alguien tras de él. Se trataba de un temor a una cierta presencia invisible. No le gustaba estrechar la mano, lo consideraba como perder su propio fluido y corría el riesgo de sufrir la influencia de un fluido contrario. Continuamente tenía miedo de ser asesinado o envenenado. No dormía por las noches. Sólo comía productos vegetales, recetas de origen indio, y se cree que estos fueron causantes de sus problemas digestivos. Tomaba infinidad de medicamentos que lohacían más neurótico y provocaron su locura asesina.
La hechicería le servía igualmente para sus operaciones militares. Sus campañas en Europa se sucedían en espiral, girando de derecha a izquierda, como el movimiento de la esvástica mágica. Porque la Thule le había enseñado que los intentos de ampliación del territorio nacional deberían desarrollarse a partir de un núcleo central en círculos giratorios, con el fin de aumentar el espacio vital. Sociedades secretas, magos, astrólogos, taumaturgos y grandes maestres lo protegían con ritos y efluvios, lo escoltaban y lo llevaban a la cúspide.
LA IGLESIA UN ENEMIGO A VENCER
Cuando supo que el Papa Pío XII condenaba sus actos de carnicería, al igual que la cruz gamada como encarnación demoníaca, Hitler se enfureció. El nazismo repudiaba la Biblia y todo lo referente al cristianismo. En 1941 este líder comentó “Durante mi juventud solía pensar que la Iglesia debería ser exterminada sin piedad, brutalmente. Mi plan actual consiste en instalar en los episcopados a imbéciles que prediquen a algunas viejas beatas, para conseguir que la Iglesia se pudra como un miembro gangrenado”. Sus biógrafos dicen que en cierto momento intentó ocupar Roma y derribar al Papa (proyecto que acarició cuando cayó Mussolini).
ÚLTIMAS MAGIAS ANTES DEL SUICIDIO
Hitler tembló cuando los astrólogos estadounidenses anunciaban el fin del Führer. Todas las magias, sagradas, blancas y negras se conjuraban para terminar con la monstruosa orgía de sufrimiento y de injusticia. A pesar de ésto Hitler consultaba fervientemente su horóscopo. Recurrió a la hipnosis y a la mediumnidad y su guía el maestro Morya, Mahatma del Tíbet, le concedía imágenes confusas. Parecía ser que aquellas facultades se terminaban. El poder se escurría en sus manos.
Desconfiaba de todo y continuamente tenía arrebatos de locura. Consultó al doctor Centaurio especialista en Nostradamus. Se llamaba en realidad Alexander Centgral. Y éste al momento le reveló la inminente caída, la total desbandada del ejército del Reich y por ende la captura de éste. Aunque hay diferentes versiones acerca de su muerte, lo cierto es que el fin llegaba, el domingo 30 de abril a las 15:30 de la tarde, se dio un tiro en la boca. Su cuerpo fue quemado en el jardín. Se echó a los brazos de la muerte, a la que rindió un culto insaciable.
Se acababa el vidente, el médium, el hombre que hizo temblar al mundo, el líder cabalista, el brujo, el hechicero, se terminaban los infames campos de concentración... Terminaba así, ¡la diabólica vida de Adolfo Hitler!
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