sábado, 31 de enero de 2015

La Mujer Maniqui


En junio de 1972, una mujer apareció en el hospital Cedro Senai en nada más que un vestido blanco cubierto de sangre. Esto no debería ser demasiado sorprendente, la gente a menudo tiene accidentes cerca y viene al hospital más cercano para la asistencia médica. Pero había dos cosas que causaron a la gente el deseo de vomitar y escapar de terror.

 El primero, es que ella no era exactamente un humano. Era algo parecido a un maniquí, pero tenía la destreza y la fluidez de un ser humano normal. Su cara, era tan impecable como los maniquíes, sin cejas ni maquillaje. 

La segunda razón por la cual la gente vomitaba o escapaba de terror, es que ella tenía un gatito apretado en medio sus dientes, sus mandíbulas apretaban de una manera tan fuerte al pequeño gatito al punto donde ningunos dientes podrían ser vistos, la sangre salía a chorro hacia fuera sobre su vestido y en el piso. Ella entonces lo sacó de su boca, lo abandonó y se desmayo. 

A partir del momento ella fue tomada a un espacio de hospital y limpiada antes de ser preparada para la sedación, ella se mostraba completamente tranquila, inexpresiva e inmóvil. Los doctores lo habían pensado mejor refrenarla hasta que las autoridades pudieran llegar y ella no protestó. 

Ellos eran incapaces de conseguir cualquier clase de respuesta de ella y la mayor parte de empleados se sintieron demasiado incómodos para mirar directamente ella por más que unos segundos. Pero cuando el personal intentó darle el calmante, ella se defendió con la fuerza extrema.


Dos miembros de personal que la dominaban con su cuerpo se elevaron encima de la cama para sostenerla, su expresión estaba en blanco. Ella giró sus ojos impasibles hacia el doctor masculino e hizo algo insólito. Ella rió. En cuanto lo hizo la enfermera gritaba y quedando en shock se desmayo, ya que en la boca de la mujer no eran dientes humanos, solo unos puntos largos y agudos. 

Era demasiado el tiempo que la mujer tenia los dientes así que al incrustárselos en sus labios no sentía ningún dolor, el doctor la miró fijamente durante un momento antes de la petición ” Qué mierda es usted? ” Ella se libero de los doctores que aun la sostenían espantados, todavía sonriendo. Había una pausa larga, la seguridad había sido alertada y podría ser oída bajando el vestíbulo. 

Como ella los oyó, se lanzó adelante, hundiendo sus dientes en el cuello del Doctor, arrancando su yugular y dejándole caerse al piso, muriéndose… sobre el piso, él se ahogó sobre su propia sangre. Ella se levantó, su mirada era peligrosa como la vida descolorida de sus ojos. 

Ella se inclinó más cerca y susurró en el oído del Doctor muerto. “Yo…Soy. Dios.” Los ojos de los demás doctores llenos de miedo la miraron… ella muy calmada alejándose para saludar a los agentes de la seguridad. Cada vez que alguien mira sus dientes, se convierte en su bocadillo. 

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