jueves, 17 de diciembre de 2015

El expediente X del paso Dyatlov


Nos encontramos en 1959, en una región de la antigua Unión Soviética llamada Sverdlovsk. Igor Dyatlov era una persona emprendedora, y pese a sus 23 años ya organizaba viajes de exploración a las montañas más difíciles de su región.


Durante los primeros días de aquel año comenzó a organizar una nueva expedición para coronar el mítico pico Otorten, temido por los lugareños cercanos por extrañas leyendas de muertes asociadas al mismo, y para ello se dispuso a organizar a un grupo de diez personas. Ocho hombres y dos mujeres, entre ellos tres ingenieros y siete estudiantes de ingeniería. Los diez componentes del grupo tenían experiencia en viajes de montaña y expediciones difíciles. Provenían de buenas familias, y eran cultos, equilibrados y deportistas. A día de hoy se les consideraría deportistas de élite, y no temblaban ante la posibilidad de coronar un pico de categoría III.

Estos eran los integrantes de la expedición:

Igor Dyatlov, Lyudmila Dubinina, lexander Kolevatov, Alexander Zolotariov, Boris Alekseevich Vozrojdenniy, Kholat Syakhl, , Nicolas Thibeaux-Brignollel, Rustem Slobodin, Yuri Doroshenko, Yuri Krivonishenko,  Zinaida Kolmogorova y Yuri Yudin.


El día 28 de Enero de 2059, la expedición tomó un tren hacia Ivdel en el centro de Sverdlovsk y desde allí tomaron un camión con destino a Vizhai, el último asentamiento humano de la región antes de llegar a aquella remota región montañosa.

Estaban en el extremo norte y las temperaturas que se preveían para la expedición eran de entre veinte y treinta grados bajo cero. Antes de comenzar la marcha, uno de los integrantes del grupo, llamado Yuri Yudin se siente enfermo y regresa a casa, dejando la expedición.

El grupo de nueve personas dirigido por Dyatlov camina por la montaña durante tres días en donde se sacan fotos de convivencia y todo parece normal. Hay escenas de camaradería y amistad. Se les ve felices, sin conocimiento ninguno de que sus vidas iban a tomar un rumbo fatal en unas pocas horas.

El día 31 de Enero el grupo consigue llegar a una zona de tierras altas y comienzan a preparar el ascenso. En el valle consiguen algunos frutos para el camino y comienzan a racionarse convenientemente sus provisiones. Su previsión era escalar el pico, cruzar el puerto y llegar a un campamento base situado al otro lado de la montaña al día siguiente. Nunca llegaron.

¿Qué ocurrió? Durante el ascenso el grupo se vio azotado por una gigantesca tormenta de viento y nieve. Se desorientaron y tomaron un rumbo al oeste equivocado. A las pocas horas se dieron cuenta de su error, y ante la caída de la noche y la imposibilidad de dar marcha atrás en esas condiciones decidieron acampar allí mismo, aprovechando un pequeño llano de la montaña. Allí pasarían la noche.

Durante su viaje hasta esa zona, en la localidad de Vizhai, ya hubo algunos vecinos que les avisaron que no debían ir alli. Según la tradición de los antiguos pueblos nómadas Mansi de la zona que aun existían, aquella montaña llamada Jolat Siajl se la llamaba la montaña de la muerte. Y el pico llamado Otorten al que querían llegar, era considerado un lugar maldito para aquellos Mansi. Para ellos Otorte significaba literalmente “no vayas allí jamás”.

Bien, estamos con el grupo, montando sus tiendas y ahí hay un detalle interesante. Aunque ninguno de ellos es católico, clavan una pequeña cruz en el campamento, seguramente para poder identificarlo desde lejos. La hipótesis de que una avalancha fue la causa de lo que ocurrió aquella noche se diluye cuando se aprecia que aquella crucecilla seguía en pie cuando encontraron los restos de las tiendas.

Y digo encontraron, porque algo debió ocurrir durante la noche del 31 de Enero al 1 de Febrero de 1959 en aquella zona. Algo debió ocurrirles realmente fuerte. Se había acordado que Dyatlov, el jefe de la expedición mandaría un telegrama a su club deportivo cuando llegaran a Vizhai. Estaría el telegrama en el club deportivo a más tardar el día 12 de Febrero. Pasaban los días y el rechazo se empezó a atribuir a las condiciones meteorológicas y a la falta de medios. 

Pero una semana después y tras las peticiones continuadas de amigos y familiares de los integrantes de la expedición, se organizó un grupo de rescate formado por profesores e integrantes del instituto. Durante su trayecto también se les unieron integrantes de la policía y el ejército soviético. A esos policias y soldados se les ordenó desde Moscú integrarse en la expedición. Nadie sabe cómo llegó la información al Kremlin.

El día 26 de Febrero de 1959, un avión militar consigue localizar los restos de la expedición. Consiguen las coordenadas y van para allá. Cuando llegan se dan cuenta de que no ha habido ingerencia externa. No hay huellas ni pisadas de nadie en los alrededores. Se descarta rápidamente la posibilidad de que haya habido algún tipo de interacción con otras personas. Lo que pasó allí fue algo interno. Además los Mansi, no pisarían esa zona por nada del mundo.

Comienzan a llegar a la escena y se encuentran las tiendas abandonadas, semi-derribadas y rotas.

Un gran cúmulo de pisadas alrededor de las mismas y un sendero de varias huellas hacia un bosque cercano situado a 1.5 km. Ni rastro de los componentes de la expedición en las tiendas. Los objetos personales intactos. Cámaras de fotos y diarios. Luego se comprobó que alguien se llevó uno de los militares se llevó uno de los diarios, que a día de hoy se encuentra en paradero desconocido. Una última foto que debió dispararse en el interior de la tienda por error antes de la tragedia y que, desenfocada, mostraba la luz del foco que colgaba del pico de la tienda.

Ni rastro de avalanchas. la cruz seguía allí clavada, al igual que los esquís.

Comienzan a avanzar en el sentido de esas pisadas. A 1.5 km justo en la entrada del bosque se encuentran los restos de una fogata y los dos primeros cuerpos a cinco metros de un voluminoso pino.

Eran Krivonishenko y Doroshenko. Estaban congelados. Pero había algo que no cuadraba. Doroshenko estaba en ropa interior y descalzo. El detalle de la ropa interior pudo ser debido a que ya muerto, parte de los espedicionarios aprovechasen su ropa para no morir de congelación. Y es que pasara lo que pasara en las tiendas alrededor de las 23:00 horas, los componentes de la expedición salieron huyendo para no volver a las tiendas. No disponían de mas ropas que las que llevaban cuando salieron atropelladamente y no pudieron volver a las tiendas por causas desconocidas.

La creación de una fogata en medio de la nieve es una detalle interesante. No podían volver pero estaba claro que se estaban dando cuenta de que iban a morir congelados allí. Hacer una fogata en medio de una ventisca no tuvo que ser nada facil. Los cadáveres aparecieron con varios golpes y magulladuras, como si hubiesen intentado encontrar la manera de partir las ramas de aquel pino para defenderse o para alimentar aquella precaria fogata. 

Sea lo que fuera lo que les estuviese pasando, no podían moverse mucho por allí, porque lo más lógico sería inspeccionar la zona en busca de madera pero no lo hicieron. Otro detalle: los dedos los tenían desoyados, sin la capa de la epidermis externa, que fue encontrada en el tronco del árbol, como si hubiesen tenido la necesidad de escalar aquel árbol con una urgencia repentina. Los cadáveres fueron encontrados juntos y la causa de muerte fue la hipotermia, según los atestados judiciales.

Podría pensarse que estamos ante un proceso de histeria colectiva pero se demostró con las huellas cercanas, que los integrantes del grupo se reunieron tras ocurrir el incidente de las tiendas y consiguieron realizar una hoguera en las peores condiciones posibles de hacerla. Lo que fuera que impulsara a aquellos dos hombres a subir precipitadamente a aquel árbol debió desplazarse a gran velocidad hacia ellos, ya que nisiquiera tuvieron la oportunidad de huir.

Posteriormente fueron apareciendo mas cuerpos. Enterrados en la nieve entre los pinos y las tiendas aparecen otros tres cadaveres. Aparece Igor Dyatlov, el jefe de la expedición con una rama en una mano y con la otra en posición de defensa.

Aparece una de las mujeres Kolmogorova, con sangre que no era suya. Pelo grisáceo, y tono de piel anaranjado similar a las personas que sufren accidentes radiactivos. Aparece Slovodin con una herida de 18 cm en el cráneo y con los músculos de las sienes aplastados. Los tres muertos por hipotermia. Muertos de frío. Pero un detalle. Las posiciones de los cuerpos sugieren parálisis. Como si hubieran caído fulminados. Los cuerpos aparecen a 300, 480, y 630 metros de la posición de los anteriores dos cadáveres. Como si hubieran salido uno por uno en dirección a las tiendas.

Los equipos de la investigación siguieron buscando y a los dos meses encontraron los otros cuatro cuerpos junto a un barranco.

Si lo anterior era escabroso, esto lo era mucho mas. Estaban a pocos metros de los dos cadáveres del pino, enterrados bajo una capa de nieve por las nevadas de la zona. A Nicholar Thiveaux le faltaba la piel de la cara y los ojos. Estaban seccionados, no arrancados. Sencillamente no estaban. Como si hubiese sido una operación quirúrgica. Tenía daños importantes en el cráneo. El análisis forense determinó que los numerosos golpes podrían haber aparecido por correr a ciegas en un bosque. Corriendo sin sentido ni orientación.

Apareció también Lyudmila Duvidina, la otra mujer. Tenía el cuello roto. Estaba boca abajo, con la cabeza metida en un lago de agua helada. No tenia ni la lengua ni la musculatura inferior de la cara. Seccionados como si fuera una operación quirúrgica. tenía grandes índices de radiactividad en sus ropas, sobre todo en una serie de girones que envolvían su pie izquierdo y que correspondían a uno de los cadáveres del pino. Tenía unas brutales fracturas en el torax sin heridas.

Alexander Zoloratev no estaba mejor. También tenía las mismas lesiones y fracturas de torax que Luvidina. Le faltaban dientes, tenía el pelo grisáceo y arrugas de vejez, algo que también pudo comprobarse en otros cadáveres. Tampoco tenía ni lengua, ni cejas.

Las lesiones de Zoloratev y Duvidina se podían seguir al milímetro porque eran idénticas, pero existía un problema. Ambos tenían diferente estatura, complexión y peso. Para hacer la misma lesión se debió aplicar una fuerza diferente para crear el mismo efecto.

El hecho de que los integrantes de la fatal expedición apareciesen descalzos sugieren una huida rápida, desesperada de las tiendas. El equipo de investigación recogió todos los objetos y las tiendas y no hubo un control real ni un inventario de los mismos.

La historia dió un giro inesperado cuando una de las operarias del juzgado se dió cuenta de un detalle interesantísimo. Las tiendas habían sido rasgadas desde el interior de las mismas. Algo ocurrió que fue tan rápido y tan brutal como para que ni siquiera les diese tiempo a abrir las cremalleras de las tiendas. Una huida a la desesperada sin nisiquiera poder ponerte los zapatos, sabiendo que ahí afuera hay treinta grados bajo cero. El evento extraordinario que debió pasarles a esta experimentada expedición podría compararse a la sensación de huida en un incendio. Pero las tiendas no estaban quemadas por dentro. ¿Que paso?

El evento debió ocurrir entre las 21:30 y las 23:30 debido a las condiciones en las que estaban los alimentos digeridos por las víctimas. Esto pudo verse en las autopsias. Y es curioso porque aunque se ha tratado de explicar el tema desde una imposible avalancha (el propio instituto meteorológico de la localidad lo descartó), como un ataque de histeria colectiva (que no justifica la presencia de radiación), como un accidente de tipo nuclear con un spray paralizante en una central de la zona (que luego se demostró que no ocurrió y que aunque ocurriera el viento hubiera llevado esas partículas en dirección opuesta a donde se encontraba el grupo), lo cierto es que hubo otro grupo de alpinistas a 50 km. de la zona en la ladera de la montaña que vió algo.

Vieron un grupo de esferas naranjas. OVNIS de tipo lumínico y anaranjado acercándose y flotando sobre la zona durante toda la noche. Era habitual en los últimos tiempos que este tipo de avistamientos ocurriesen en la zona, pero los militares jamás han llegado a soltar prenda sobre la relación de estos avistamientos con el caso. Eso si, ocurrieron cosas extrañas en la investigación. Informes que desaparecían, militares que no podían hablar sobre lo que ponían esos informes pero que en 1990, tras la caída del muro de Berlín se decidieron a hablar, exponiendo que el gobierno barajaba varias hipótesis relacionadas con el tema de los no identificados incluyendo la de un posible “ufo crash” en la zona.

Los archivos de sumario expusieron que la razón de la muerte de los miembros de la expedición se debía a una fuerza desconocida (informe oficial). Otro detalle. Los cadáveres se enterraron todos juntos y mostraban un extrañísimo color marrón en los velatorios. Los cadáveres fueron exhumados por el ejército días después y enterrados supuestamente en un cementario de acceso privado, en donde se les perdió la pista. La fuente de la radiación nunca fue encontrada. No hubo responsabilidad penal demostrable en el juicio.

El militar Lev Ivanov, (en la imagen) que había participado en las tareas de búsqueda defendió la hipótesis de un ataque OVNI por causas desconocidas hasta el día de su muerte.
Hoy, una placa puesta en 1989 recuerda la memoria de aquellos jóvenes muertos en extrañas circunstancias. Un auténtico expediente X sin resolver. A día de hoy, el gobierno ruso, al igual que en la famosa frase de la mítica serie, niega todo conocimiento del caso.

El superviviente del caso Yuri Yudin, que abandonó la expedición antes de que comenzase siempre ha declarado su sensación de desasosiego al pensar en la suerte que tuvo al marcharse. Su declaración final pone fin al artículo. Yuri Yudin declaró lo siguiente hace varios años:

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