Volvemos al enigma de los desdoblamientos del tiempo con un caso ocurrido en Cornwall, Inglaterra durante los años 80.
El testigo en esta ocasión se llama Lawrence (seudónimo), un hombre que se encontraba filmando un documental en la mencionada localidad, quien, al final de un día de grabación tuvo la idea de buscar un bar para tomarse unas pintas con sus compañeros de rodaje y hablar allí de los siguientes movimientos, viajes y localizaciones para seguir filmando su documental.
Un plan para confraternizar con el equipo y un merecido descanso tras una larga jornada. Era una hermosa tarde de verano, con la luz apenas comenzando a desaparecer en el horizonte y Lawrence y sus tres compañeros se encontraron con un bar al lado de una pequeña carretera cerca del centro de Cornwall. El plan iba a salir según lo planeado… o casi…
El misterio de los desdoblamientos del tiempo se presenta en un abrir y cerrar de ojos
Para su sorpresa cuando entraron, el lugar estaba abarrotado de gente. Todos aparentemente estaban pasándoselo en grande, conversaciones, ajetreos y un gran ambiente de camaradería. Les extrañó que no hubiera coches aparcados fuera y que hubiera tanta gente allí dentro, estando además el pub en un lugar tan aislado, sin otros edificios en las inmediaciones. Bueno, “podría ser que hubieran venido todos andando…”, pensaron…
Había en aquel gran bar gente cantando junto a un pianista, otros jugando con unos viejos dardos y varias partidas de cartas entre humo y risas a tutiplén. El ambiente era inmejorable y para colmo fueron cálidamente recibidos.
El aspecto de los muchachos del bar era similar a la de los soldados británicos… de 1944 “¡Eh vosotros! ¡Venid aquí! ¡Vamos a pasarlo bien esta noche!” Más que sorprendidos se sentaron en la barra y el propietario sacó unas pintas para ellos. Cuando fueron a pagar, el buen señor tras la barra se negó a aceptar el dinero, diciendo que no era necesario. La decoración era de los años 40, no había máquinas tragaperras, tampoco televisión o máquinas de discos. Todos vestían uniformes militares. Quizá los miembros de una película cercana aunque ellos sabían que eran los únicos que estaban en Cornwall filmando algo…
Entre tanto buen ambiente, los miembros del equipo de filmación fueron a sentarse y discutieron amigablemente sobre la filmación del día. Todo el que se acercaba por allí, les saludaba, les ofrecía nuevas bebidas o les trataba de invitar a cigarillos. Cada vez que un miembro del grupo trataba de invitar a cualquiera de aquellos amables clientes, éstos les decían “¡No, no, no hay necesidad de hacer eso!”
Finalmente dejaron el bar impresionados con este nivel de amabilidad tan gratuito con un grupo de extraños, como ellos. Estábamos en 1980 y esas costumbres ya no se llevaban. Cada uno solía ir a lo suyo, pero dentro de aquel bar, era al contrario, todos parecían hermanos de toda la vida. Tras tomarse una cerveza los tres hombres regresaron a su hotel después de pasar dos horas en todo ese inusual “ambientillo”…
El rodaje se reanudó al día siguiente y cuando llegó la hora de comer, Lawrence sugirió el pub del día anterior con la esperanza de volver a tomarse esa rica pinta, un sándwich y quizá devolver algo de la hospitalidad de la noche anterior. El plan fue aceptado de inmediato pero hubo un problema. Cuando llegaron a esa vieja carretera de Cornwall, no pudieron encontrar el bar. Se aseguraron bien de que era el mismo sitio pero nada, el pub sencillamente no existía ya. ¿Quizá lo habían cerrado y demolido en tiempo récord? ¿Lo de ayer era una fiesta de despedida? Quizá sí, pero no de aquel tiempo…
Completamente desconcertados, los documentalistas buscaron otro lugar para cenar, un restaurante cercano y empezaron a hablar de la noche anterior. Pronto comenzaron a darse cuenta de que había habido algo raro en toda la experiencia. Aunque el bar estaba absolutamente lleno se dieron cuenta de que no habían tenido ningún contacto físico con nadie.
No habían rozado siquiera a ninguna persona, nunca notaron contacto físico aunque pasaron junto a ellos. Poco a poco fueron acordándose de más detalles: la decoración era perteneciente a los años 40, la manera de hablar de aquella gente, sus gestos, los continuos ofrecimientos amables con todo pagado. Esa cortesía tan propia de mediados del siglo XX… en un entorno que parecía la fiesta con la que los mandos militares obsequiaban a los pobres soldados que lucharían en la guerra…
Una vez que la filmación había terminado Lawrence regresó a Escocia y descubrió que había habido un número considerable de bases aéreas en el área de Cornwall durante la Segunda Guerra Mundial, y el pub estaba situado justo a media distancia de todas ellas.
¿Se había producido un desdoblamiento del tiempo en los años 80 que había teletransportado a los tres testigos a un punto del tiempo situado durante la guerra contra Alemania? Es muy interesante observar ese detalle de no poder interactuar con toda la gente que hubiera dentro. No podían tocarles… pero esa gente sí podía verles ya que interactuaron con ellos sin ningún tipo de problemas. Por otra parte, las pintas que se tomaron habrían sido elaboradas con ingredientes de hacía… 40 años, tal y como ocurre en el caso que estudiábamos hace dos días sobre los tres hombres que entraron en un hostal de los años 30 en 1959. Es interesante también el detalle de la falta de coches aparcados y sobre todo, la época.
En investigaciones que iremos viendo en ufopolis, los casos de desdoblamientos del tiempo parecen conectar con gran asiduidad con los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, como si la cantidad de acontecimientos, sensaciones, emociones, dramas e historias personales en conjunto ocurridos en aquella gran confrontación hubiera creado una anomalía indeleble en el tejido de la realidad, conectando ese tiempo con diferentes puntos de la línea temporal.
La cantidad de dramas ocurridos en ese punto de la historia habría creado una brecha en el tiempo.
La hipótesis que barajamos es que el fenómeno de los desdoblamientos del tiempo aparece cuando un punto de nuestra historia se queda impregnado de dramas o emociones personales que se terminan repitiendo en bucle permitiendo a tres sorprendidas personas, en este caso, disfrutar quizá de la última gran fiesta antes de marchar al frente. Esos documentalistas, si ellos saberlo, habrían estado dos horas ante el documental de su vida: un viaje en el tiempo cuarenta años antes en un pub que en los 80 ya no existía…